Comúnmente, vemos en redes sociales mensajes encaminados a recordar aquellos tiempos de añoranza, melancolía, nostalgia, épocas que quedaron en el pasado y que diariamente invaden nuestros pensamientos, personajes de caricatura que piden un “like” para ver quienes los recuerdan, así como descripciones de una serie de convivencias que invadían los espacios públicos.
Los oriundos de Ciudad Juárez, recuerdan con gusto las noches de salones de baile, cantinas, centros nocturnos, galgodromo e hipódromo, trajes elegantes, pachucos y diversión en general, hablando de la majestuosidad que se vivía en la avenida Juárez, en el hotel Silvia’s, el salón La Fiesta, entre otros.
Este artículo enarbola, no al Juárez de antaño, sino a todo aquello que, con el paso del tiempo, nosotros mismos hemos dejado ir, me refiero a la sana convivencia que se realizaba entre vecinos, a la camaradería que se creaba en los centros escolares, a la armonía que se lograba después de un partido de fútbol callejero.
Con el paso del tiempo, la tecnología se ha metido en nuestro diario vivir y hoy en día, buscamos controlar a nuestros hijos a través de videos, redes sociales, teléfonos inteligentes, tabletas, entre muchos otros artículos electrónicos que envuelven en sus garras a los niños, niñas y adolescentes, incluso a aquellos adultos que no logran controlar su uso, como si fuese un vicio mayúsculo al que pueden generar algunas drogas.
La llegada de la tecnología nos invita a una dinámica diferente, las redes sociales fueron creadas para acercar familias, acortar distancias, derrumbar muros, murallas y barreras, facilitar el trabajo, transmitir información, entre muchas más utilidades, sin embargo, hemos caído en una monotonía que nos aleja de lo antes expuesto, ya no encontramos niños en la calle jugando a la quemada (muchos desconocen en que consiste el juego), a la burra, al bote pateado, a las escondidas, entre otros.
En otras palabras, el orden social ha tomado un rumbo que nos invita a replantear la manera en la que están creciendo nuestros hijos, a retomar las calles, callejones, parques, a convivir con nuestros vecinos, a los que hoy no conocemos, ciertamente nuestra ciudad ha pasado por una serie conflictos que nos llevaron a encerrarnos en casa como si fuésemos delincuentes, dada la incapacidad gubernamental para garantizar el derecho humano a la seguridad, empero, el poder para retomar esa convivencia, se encuentra en poder de la misma ciudadanía, esa que debe romper la burbuja en la que se ha envuelto y darse cuenta por sí misma del daño que se crea en las nuevas generaciones.
Incluso, observamos ese declive en la música que escuchan nuestros niños, niñas y adolescentes, donde prevalece el llamado género reguetonero y desaparecen las canciones infantiles, aquellas que en su letra elevaban valores como el respeto, el amor a los padres, la educación, entre otros temas de gran valía, que han sido cambiados por fiestas temáticas que envuelven a las nuevas generaciones en actos degenerativos, pareciere que, en la actualidad, quienes no tienen la capacidad de comprender el significado del hecho, no son los menores de edad, es quien intenta educar, sin educar; convivir, sin estar presente; estar, sin dar tiempo de calidad; amar, sin tener conocimiento de que es de lo que se trata.
Estimado lector, aprovechando este mes de mayo en el que festejamos a quien dirige y administra un hogar (me refiero a la madre), a quien transmite conocimiento y ocupa un papel importante en las personas (los profesores), y a quienes se preparan día con día para lograr alcanzar un título universitario (el estudiante), para invitarlos a fomentar esos valores que poco a poco se han perdido.
Un paso para lograr recuperar eso que se ha perdido, es limitar el uso de las tecnologías de la información, es decir, retirarles los teléfonos celulares, la consola de video juegos, la televisión, invitarlos a que despierten del letargo en el que se encuentran a través de actividades que les permitan hacer volar su imaginación, brindando a nuestros hijos, mas horas calle, en otro orden de ideas, sacarlos del individualismo en el que actualmente viven, y presentarlos con los vecinos, impulsando el desarrollo de su imaginación.
No soy de la idea que se retiren por completo el uso de las tecnologías de la información, pues atentaría a la evolución natural del ser humano, propongo solo limitar el uso de dichas tecnologías a determinado horario, e invitar a nuestros hijos a sociabilizar y convivir, incluso en la misma casa, sin embargo, para eso se requiere mucho de la voluntad de los padres de familia, ya que al igual que los hijos, estos tendrían que dejar la zona de confort que las redes sociales y los videojuegos les otorgan.
Despierta tu niño interior, involúcrate, recupera el juego en tu diario vivir pues solo de esta manera se recuperará un mundo que se esta saliendo de nuestras manos, recuerda que el juego, además de divertir, permite el desarrollo de habilidades motoras y creativas, así que te invito a intentarlo, recuperemos a nuestros hijos antes de que sea demasiado tarde.
“No sucumbas a la añoranza. Sal a la calle. Ve a una ciudad vecina, a un país extranjero..., pero no viajes al pasado que duele”
Pablo Picasso
Muy bonita reflexión lic y es muy cierto la tecnología lejos de ayudar estamos haciéndonos esclavos de ella