Muy a menudo las personas llegan a la consulta terapéutica por varios malestares de cosas que creen que hicieron mal o de decisiones que tomaron mal, esto provoca el sentimiento de querer regresar el tiempo y modificar esa conducta o esa decisión; el sentimiento de remordimiento los acapara y se convierte en una pequeña voz que los martiriza en cada momento, cuando hablamos de esto tenemos que aprender que cuando realizamos un mal acto, que perjudica alguien más y nos damos cuenta de ello, debemos tener en cuenta que existe la oportunidad de reparar el daño, porque no somos perfectos.
Claro que nos equivocamos y si así fuera el caso, repara todo aquello que pudiste haber hecho mal. Ahora, también hay que considerar algo importante, en mi terapia como en mi filosofía de vida, la culpa no existe; de esto, la Iglesia tiene mayor conocimiento porque, gracias a la culpa están llenas las Iglesias, dicho esto con todo respeto.
Dado por eso, nunca dejará la gente de asistir a ellas, considero que sería bueno cambiar la idea. “La culpa no existe, existe la responsabilidad”. La culpa como concepto es aquello que nunca podré resolver, y por mucho que me pongan penitencia, el sentimiento de haber hecho mal jamás te abandonará; en cambio sí cambias el concepto de culpa por el de responsabilidad podrás tener el control de la situación, además podrás identificar si eso que tanto te hace sentir mal es tu responsabilidad o no; de ser así, como ya lo había mencionado, se repara y se olvida, de no ser tu responsabilidad, lo dejas para quien sí lo es y listo, considerando que, para el ser humano, si algo le sale mal, inmediatamente se buscan culpables y nunca se mira hacia uno mismo. La responsabilidad te ayudará a ver hacia adentro de ti y podrás ser responsable de tus actos.
“Dado que los seres humanos no somos perfectos, siempre habrá la posibilidad para el desacierto y el equívoco, pero también siempre existirá la posibilidad de reparar el daño que pueda resultar de dichos errores”.
-Barrón.
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